Este es el boletín de la sección de Madrid de EL PAÍS, que sale dos veces por semana. Los martes llega al buzón de los lectores a las seis de la tarde. Los viernes la entrega está dedicada a propuestas culturales, llega a mediodía y la firma Héctor Llanos Martínez. Si no estás suscrito, puedes apuntarte aquí.
A mí me gustan los tondi. Las pinturas o relieves de formato circular rompen con el estándar del lienzo rectangular y de líneas rectas. En Madrid hay unos cuantos. El Museo Thyssen tiene La Virgen y el Niño con san Juanito y san Jerónimo, de Domenico Beccafumi, del siglo XVI. O el San Agustín de Andrea Della Robbia, del siglo XV y hecho en terracota.
El Prado posee, aunque no expuesto, La industria, de Goya, pensado para decorar la sala de recepción del palacio de Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV. El museo acaba de restaurar otro lienzo redondo de esa colección: El comercio.
En Tres Cantos también hay estos días unas pinturas circulares muy especiales que están expuestas al público. Son de la artista Concha Garrote que cumple 50 años en el mundo del arte. Sus obras pueden verse hasta el 5 de junio gratis en la Biblioteca Lope de Vega.
Tienen un significado especial, porque son pinturas realizadas sobre parches de la batería de su hijo, El Indio, percusionista del grupo de música Vetusta Morla. Desde que empezó a hacerlo a petición de su hijo, las canciones de la banda de Pucho han inspirado su pintura, como antes ha hecho Tiziano o Goya.
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